A cualquiera le gusta tener su casa en condiciones, a cualquiera le gusta disfrutar de unos buenos muebles y de un buen textil, no hay nada más reconfortante que entrar a tu casa y sentirte a gusto de verdad. Siempre se dice que en ningún sitio como en casa y no les falta razón, ya que es el sitio en el que realmente somos nosotros mismos, donde nos quitamos la careta y mostramos de verdad como somos en realidad. Los pequeños detalles importan y mucho aunque haya veces en las que lo descuidemos un poco creo que nos gusta ser estrictos en ese sentido, es por eso que a la hora de acudir a cualquier hotel vamos buscando precisamente lo que tenemos en casa esa certeza de saber que tenemos las cosas en condiciones. Claro como nunca llueve a gusto de todos nos encontramos con el problema de las pegas que ponemos en cuanto a limpieza y decoración, son muchas las personas que pasan por un hotel a diario y no podemos pretender encontrarlo como en nuestra propia casa, es por eso que quería romper una lanza a favor de todas esas personas que dedican gran parte de su tiempo para que nuestras vacaciones sean lo más satisfactorias posibles.
Dicho esto continuo con que al final siempre hay hoteles y hoteles, unos se preocupan por lo que he dicho anteriormente y otros simplemente les da igual, no se preocupan en cambiar el mobiliario, no cambian la ropa de cama incluso no se preocupan en poner unos cojines de colores encima de la cama para que resalte la decoración, es más si llegan a tener web ni siquiera se preocupan en actualizarla. Sin duda se convierte en un cúmulo de cosas que pueden hacer que el hotel se vaya a pique en menos que canta un gallo, lo mejor en estos casos es ante esa dejadez cerrar, ya que la nula preocupación por los clientes hará que nadie quiera visitarlos. Es por eso que debemos tener presente que no todos los sitios son iguales y que no nos vamos a encontrar las mismas cosas, por lo menos no como en nuestra casa, la paciencia es la madre de la ciencia y con ella conseguiremos pasar las mejores vacaciones sin preocuparnos por cosas pasajeras que desde luego hay momentos en los que no vienen ni a cuento.