Pasajes aéreos para conocer Venecia, inspiración de Thomas Mann

¿Pasajes aéreos a Venecia? ¡Estupendo! Vas a tener ocasión de conocer ese destino único en el mundo, punto de partida del famoso relato de Thomas Mann “La muerte en Venecia”. Ahora bien, en principio, para chequear lista de precios de pasajes aéreos, te remitimos a este sitio.

 

Pasajes aéreos

¿Cómo conseguir pasajes aéreos a Venecia al mejor precio? He aquí la pregunta del millón.

Si bien esa es la pregunta que motiva esta nota, lo cierto es que no existe una respuesta definitiva.

Lo único que se puede hacer al respecto es investigar y comparar y comparar y comparar. Solo así se cuenta con la información necesaria para encontrar el vuelo más económico.

Ahora bien, dicho esto, nos enfocaremos en hablar sobre un relato mágico, clave en la obra de Thomas Mann y en la historia de la literatura.

Si vas a viajar a Venecia, este librito sería tu acompañante ideal. ¡Seguí leyendo!

 

La excusa para viajar, una lectura de La muerte en venecia

La muerte en Venecia pertenece al género conocido como literatura de viajes. Carrizo Rueda asegura que a este género pertenecen “obras caracterizadas por complejos procesos ficcionales, donde cualquier referencia al itinerario se subordina a vicisitudes de la existencia de los personajes”.

 

 

En efecto, Thomas Mann narra una serie de sucesos que cambian la vida de Gustav von Aschenbach durante su viaje gracias a su acompañante: la muerte, quien permanece junto a él desde las primeras líneas de la novela y cuya presencia se hace más patente a medida que avanza el relato. ¿Cuál es, pues, la función de acompañante de la muerte en la obra?

 

La muerte en el nombre

La muerte ya acompaña a Gustav von Aschenbach en su nombre: el nombre Gustav evoca al compositor Gustav Mahler, fallecido en los años de composición de la novela; en cuanto al apellido Aschenbach, podemos dividirlo en dos componentes: aschen, caso genitivo del sustantivo asche, cuyo significado es “cenizas”, y el sustantivo Bach, “río”; es decir, un río de cenizas idéntico al estado de Sémele luego de ser fulminada por el rayo de Zeus, si recordamos lo dicho por el helenista Kerenyi en su carta a Mann.

 

El paseo de Gustav

En el principio de la novela, Gustav decide emprender un paseo a solas. Se siente cansado y decide descansar junto al Cementerio del Norte. Observa atentamente todo el paisaje que lo rodea, en este momento, ya podemos encontrar un ambiente mortuorio.

Además de las cruces griegas y de los signos hieráticos pintados en colores claros, se veían en el pórtico inscripciones en letras doradas, ordenadas simétricamente, que se referían a la otra vida, tales como «Entráis en la morada de Dios» o «Que la luz eterna os ilumine».

La atención de Gustav será interrumpida por un hombre extranjero, cuya apariencia sorprende al protagonista.

Podemos hallar en este extranjero ciertos elementos relacionados con el dios griego Hermes, como el bastón (símbolo del Hermes Krióphoros ), el sombrero (relacionado con el pétaso utilizado por el dios) y la capa de montaña (utilizada al igual que la clámide portada por Hermes).

Al ver a este extranjero, Gustav siente deseos de viajar, lo que no es casual, puesto que Hermes era representado como el protector de los caminos y las vías terrestres, es decir, se encargaba de acompañar a los viajeros en la totalidad de sus desplazamientos.

Esto es un punto importante en nuestro análisis acerca de la permanencia de la muerte junto a Gustav, puesto que si investigamos un poco más en las advocaciones de Hermes, podemos encontrar que era representado como un dios Psychagogós, el encargado de escoltar las almas hacia el Inframundo. Podríamos suponer, entonces, que este encuentro se trata del primer llamado del Psychagogós hacia el destino real de Gustav: la muerte.

 

El viaje a Venecia

Gustav es retenido por algunos asuntos, y unos días más tarde decide emprender el viaje. Es típico de la literatura de viajes la travesía de Norte a Sur como un modo de mostrar lo alto y lo bajo; es decir que, al viajar a Venecia, el protagonista hace un descenso similar a la katábasis griega.

 

Al llegar a Venecia, el protagonista es llevado hacia el Lido por un gondolero, quien tiene la boca abierta y sus dientes visibles hasta las encías. El rostro del conductor evoca, claramente, a una calavera, símbolo mortuorio por excelencia. Y Mann describe el periplo de Gustav hacia Venecia de manera notoriamente fúnebre.

Este episodio es una clara alusión a la figura de Caronte, el barquero que llevaba a las almas a través del Aqueronte hacia su última morada.

De hecho, el diseño de la ciudad de Venecia tiene gran similitud con el Inframundo griego: es una ciudad atravesada por ríos cuyos habitantes observan desde el muelle, lo que nos remite al canto XI de la Odisea, en el que se narra la katábasis de Ulises.

 

El encuentro con Tadzio

El mismo día en que llega al hotel, Gustav se encuentra con Tadzio, un hermoso adolescente que despierta la admiración del escritor germano.

En la descripción del joven, Mann agrega un dato interesante que tiene relación con nuestra línea de análisis: “¿Estaría enfermo? La piel de su cara era blanca como el marfil sobre el dorado oscuro de los rizos que le servían de marco”.

Esta primera sospecha de enfermedad en Tadzio nos hace pensar que desde este momento es un mensajero de la muerte. Ronchi March sigue esta línea y compara al joven polaco en un primer momento con Thánatos, la Muerte, que “era concebida por los griegos en forma de un ángel o genio alado masculino, a menudo representado, lo mismo que su hermano el Sueño, como muy joven”.

Tampoco es casual que lo vea por primera vez a la hora de la cena, lo que nos remite nuevamente a lo aseverado por March, quien señala en su análisis que Tadzio también muestra elementos del Hermes Psychagogos.

Gustav, al verlo en el ascensor al día siguiente, si bien admira el esplendor del adolescente, encuentra ciertas debilidades en Tadzio. Y Gustav, al reconocer que Tadzio es enfermizo, se refleja en él: están débiles y no llegarán a la vejez, a ambos los rodea la presencia de la muerte.

 

¿Se puede huir de la muerte?

El sirocco y los vahos fétidos provenientes del río hacen muy mal a la salud del protagonista, por lo que decide abandonar la ciudad.

Sin embargo, el recuerdo de Tadzio, de ese Thánatos-Psychagogo, no lo deja huir. Es como un cancerbero que no permite a las almas huir del Tártaro. Esto demuestra que Gustav tiene su destino marcado: permanecer en ese “Hades terreno” del que no podrá retornar.

 

La danza de la muerte

Gustav percibe cada vez más aromas extraños: a hospital, a desinfección, a fenol (todos estos, elementos relacionados con la enfermedad). Indaga acerca del estado de la ciudad, que cada vez está más vacía, como si una ola de muerte la hubiese arrasado por completo.

Una noche, se vive una situación realmente particular, un grupo de artistas callejeros hace una presentación. De todos los artistas se destaca un cantante napolitano, que, según Linés Heller, remite a la muerte, “pues el cólera se introduce en Europa a través de Nápoles y Palermo”.

Y agregamos algo más a lo dicho por Linés Heller, el cólera ingresa por Italia, pero se origina en Asia; desde el mismo lugar de donde es originario Dionisos , quien, como vimos anteriormente, lleva la muerte en su figura.

En esta presentación, los artistas se burlan de la situación que se vive en Venecia en una suerte de danza de la muerte: todos los presentes son perecederos, sin importar su edad o su posición social, dado el poder igualatorio de la muerte, que pareciera no solo acompañar a Gustav en este momento.

El jugo de granada, que el protagonista bebe al final de la presentación de los artistas es también una anticipación mortuoria. Esta bebida alude al mito de Perséfone, quien probó la granada que Hades le ofreció y de ese modo le fue negado el regreso al mundo de los vivos, sin importar su condición divina.

 

Gustav se conecta con Dionisos

Esa noche, Gustav tiene un sueño que se asemeja con los misterios dionisíacos: se trata de una gran celebración en un paisaje montañoso (que suponemos, puede ser una referencia al monte Citerón, lugar en donde se llevaban a cabo estas festividades), con la presencia de hombres y mujeres vestidos con pieles, quienes llevan a cabo frenéticas danzas y cierran la ceremonia con una orgía, elemento distintivo de este tipo de rituales.

Al unirse Gustav con los participantes de la celebración, logra conectarse con Dionisos, es decir, logra establecer un vínculo simbólico con esa deidad; paradójicamente, “renace” conectándose con una figura de muerte.

Este “renacer” se completa al convertirse en un espejo del “falso joven” que vio en el barco, quien, recordemos, vaticinaba la muerte. Se ha colocado una máscara , que indica que en sí mismo lleva la vida y la muerte.

 

El fin

Al haberse fusionado con la muerte, Gustav se debilita cada vez más y la presencia del olor a fenol en el aire es más patente.

Tiene cabida en la playa el momento en el que el propio Gustav se percatará de la verdadera forma de su amado Tadzio, que le indica que debe marcharse junto a él.

Este final es la demostración de la forma circular de la obra: se abre con el “Hermes” del cementerio que incita a Gustav a viajar y se cierra con la revelación de Tadzio como el Psychagogo completo, que lo lleva a su verdadero destino: la muerte física.

El fin de Gustav frente al mar, nos remite a su simbología mortuoria; el protagonista es un río de cenizas que desemboca en la plenitud, elemento que recuerda lo dicho por Jorge Manrique en Coplas a la muerte de su padre: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar”.